A principios de 2010 escribí para la Revista Economía & Tabasco un artículo sobre las expectativas de las gestiones en política económica de Obama durante su segundo año de gobierno.
Hace un año el mundo asistía con interés y esperanza a la toma de
protesta del primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos,
Barack Obama, quien asumía el cargo en medio de la peor crisis económico
financiera de la historia.
Nunca un cambio presidencial en nuestro vecino del norte había generado
tal interés, y es que la crisis nos mostró la incapacidad de la administración
Bush para prevenirla, además de llevar a cabo una serie de políticas, tanto
internas como externas, muy impopulares tanto dentro como fuera del país.
Durante los primeros meses vimos a Obama aplicar el multimillonario
paquete de estímulo para Wall Street y para las armadoras de autos por 787 mil
millones de dólares, lo cual se tradujo en la mayor intervención del gobierno
en la economía de la historia, canjeando la ayuda por acciones de las empresas
que se acogieron al plan para luego vender esos títulos y generar una ganancia
para el estado cuando las acciones suban su precio y pase la crisis. Ese plan
echó al traste todas las recomendaciones que Estados Unidos y los organismos
internacionales exigen implementar a todos los países del mundo. Es cierto que
sin este programa habría más desempleo en Estados Unidos, pero también lo es
que el 10% de desempleo es una tasa muy alta, por lo que el ciudadano
norteamericano ve como una pérdida de tiempo y de recursos el millonario plan
de rescate.
La agenda de Obama en este primer año tuvo como tema principal la nueva
ley del seguro médico, ello lo llevó a enfrentarse abiertamente con el Partido
Republicano y a polarizar a la opinión pública norteamericana. Consecuencia de
esto es el hecho de que el Partido Demócrata haya perdido hace unas semanas la
elección de senador en el estado de Massachussets para sustituir al fallecido
Edward Kennedy.
Si bien es cierto el programa de los 787 mil millones de dólares impidió
que la crisis se hiciera más profunda, también no es menos cierto que ese
dinero era también para impedir que la pérdida de trabajos. A pesar de las
buenas intenciones, los créditos no subieron ya que los bancos emplearon el
dinero del programa en dar crédito a las grandes empresas, en vez de hacerlo
circular dentro la economía para que la pérdida de trabajos no sea tan
grande. A pesar de los propósitos del
plan de rescate implantado por la administración Obama, desde que la recesión
comenzó en diciembre del 2007 se perdieron 7 millones de trabajos, un poco más
de la mitad de los cuales se perdieron durante el 2009.
La crisis también produjo que los precios del oro se fueran a cifras
históricas, cotizándose la onza en alrededor de US$ 1,100, producto de que cada
vez más inversionistas y administradores de fondos se refugian en el metal
dorado para estar más protegidos. Lo cual nos lleva a pensar en qué pasaría si
el gobierno quiere bajar el precio del oro, para ello no haría falta que
saliera a venderlo sólo que manifestara un pequeño interés en hacerlo, entonces
las pérdidas serían inmensas. La caída del precio del oro a su nivel normal
comenzará a registrarse en el corto plazo, si es que los indicadores económicos
comienzan a mejorar como lo esperan los especialistas.
A pesar de los
mejorías en la economía y de 10 meses de alza en Wall Street, los precios de la
casas están bajos (como deberían estar), los incumplimientos de la hipotecas
están creciendo y los préstamos sólo están disponibles para los grandes
consorcios.
Al cabo de un año,
las prioridades han cambiado, el aumento de los trabajos es ahora el tema
principal, además del cambio de vocabulario donde la palabra “estímulo” es
asociada por la opinión pública con el regalo multimillonario a los bancos y
armadoras que “no ha dada resultado alguno”, por la frase “ideas objetivo” que
tendrán un impacto positivo en el sector privado para contratar nuevos
trabajadores.
Obama enfrenta decisiones muy delicadas en los siguientes meses. Por un
lado no puede retirar el programa de estímulos tan rápidamente porque
eliminaría el frágil nivel de recuperación de la economía y, por el otro, si
decide dar un impulso mayor en la creación de nuevos empleos se arriesga a
alimentar la inflación.
De cualquier modo,
para poder salir de la crisis de manera segura, habrá que comenzar a crear
trabajos no de manera acelerada, sino lentamente, además habrá que emitir mayor
deuda pública (léase mayor déficit fiscal) y subir los impuestos.
Una de las
preocupaciones de siempre de siempre es el déficit fiscal, Obama piensa crear
una comisión bipartidaria a fines del 2010 para que haga recomendaciones con el
fin de encontrar maneras de reducir dicho déficit, a la vez que también haría
recomendaciones sobre impuestos y programas como la Seguridad Social, el
Medicare y el Medicaid.
En suma, el 2010 será el año en el cual debe
comenzar a avanzar muy lentamente la locomotora del crecimiento norteamericano
para, como es costumbre, pueda avanzar de mejor manera México.
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